jueves, 28 de julio de 2011

















" Beethoven era un hombre orgulloso que tenía una
confianza absoluta en su talento y que jamas aduló a la nobleza. Creía que el
arte, la correcta manifestación de las pasiones, era la cosa más sublime de este
mundo, digna del mayor respeto, y que eran el poder político y económico los que
debían estar a su servicio. Haydn, cuando vivía (más o menos) sujeto a la
nobleza, comía con los criados. Los músicos, en la época en la que él vivió,
eran considerados
parte del servicio. (Claro que Haydn, que era un hombre franco y de buen
carácter, debía de preferir comer con los criados que
compartir las ceremoniosas comidas de la nobleza).









Por el contrario, Beethoven se enfurecía ante cualquier trato
insultante y llegó incluso a arrojar objetos contra las paredes. También
insistió en sentarse a la mesa con la nobleza y en recibir un trato de
igualdad. Beethoven era muy impaciente (casi colérico) y
una vez que se enfadaba se volvía intratable. Políticamente tenía ideas
radicales que no se molestaba en ocultar. Al perder el oído, su carácter fue
empeorando más y más. Con el paso de los años, su música fue cobrando amplitud
de vuelo y, al mismo tiempo, se volvió más densa e introspectiva. Sólo él fue capaz de conjugar esas
dos cosas tan encontradas. Pero el extraordinario esfuerzo que llevaba a cabo
fue destrozando su vida real. El cuerpo y el espíritu de los seres humanos
tienen un límite, no están hechos para soportar una labor tan
ardua
."



























Kafka en la orilla / Haruki Murakami

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