jueves, 23 de febrero de 2012

LEWIS HINE ( WISCONSIN 1874-NUEVA YORK 1904 )

Los propósitos que guiaron a Hine a su dedicación a la fotografía, ha quedado unido a dos aspectos de la historia contemporánea: en lo artístico, al estilo documental que en la década de 1930 pasó a ocupar el primer plano del arte fotográfico; en lo político y social, a las denuncias que el tránsito del XIX al XX promovieron los movimientos progresistas para mejorar la situación de la clase trabajadora y erradicar el trabajo infantil.


 

Educador y sociólogo, su interés por la fotografía surgió cuando su amigo Frank A. Manny, director de la Ethical Cultur School de Nueva York, puso en las manos de Hine una sencilla cámara para que documentase las actividades de la escuela. 
Hine emprendió en 1904 una serie de expediciones a la Isla de Ellis, el centro de recepción de inmigrantes establecido al sur de Manhattan, para fotografiar a aquellos que arribaban en masa a Estados Unidos en busca de un futuro mejor.





En 1908 abandonó la docencia para dedicarse plenamente a la fotografía. La cámara es el instrumento del que se valió para documentar sus investigaciones, reflejar las injusticias sociales y contribuir de este modo al progreso de la sociedad. 
Hine registró, además de la llegada de inmigrante, las insalubres viviendas donde se hacinaban y las condiciones de su trabajo en fábricas y comercios. Su interés por trasmitir historias individuales y su interacción respetuosa y afable con sus retratados constituyen la clave de la fuerza de sus imágenes. 





Durante años, Hine documentó el trabajo de los niños en campos, minas, fábricas, recolectando algodón, vendiendo periódicos...
Estas fotografías de niños trabajadores causaron un gran impacto y se publicaron en folletos y revista populares con el fin de denunciar la legislación existente.





Tras la primera Guerra Mundial, Hine emprendió el que sería su único viaje a Europa con objeto de documentar las operaciones de auxilio a los refugiados. Su trabajo ayudó a que la Cruz Roja obtuviese las subvenciones necesarias para poder realizar su labor humanitaria. 



Por su interés en el conocimiento de culturas y lugares desconocidos, Hine retrató grupos, que el describía como "desbordantes de vida"



   


De regreso a Nueva York en 1919, Hine se centró en mostrar la dignidad que el trabajo confiere al ser humano. Las fotografías de obreros de la construcción, soldadores, cigarreros, electricistas y afinadores de pianos, entre otros, celebran los oficios tradicionales y el carácter del artesano especializado.




Una atención a las cualidades formales, evidencia la imagen más conocida de Hine: Mecánico de una central tomada en 1920, en la que el trabajador, colocado en su centro, aparece como el corazón y el alma esencial de la máquina.
Como sus retratos laborales, otros homenajes a la importancia del obrero son un testimonio de que "las ciudades no se construyen solas..., sin tener detrás el cerebro y el sudor de los hombres".







A finales de la década de 1930, la reforma social como el de la fotografía habían cambiado. Las agencias gubernamentales del New Deal, consideraban a Hine un hombre de otra época.
En los últimos años de su vida, encontró cada vez menos oportunidades de trabajo y a pesar de su éxito, acabaría dependiendo de la beneficencia. En 1939, Berenice Abbott organizó una gran retrospectiva de su obra, en la que se reivindicó a Hine más como artista moderno que como educados social. Este reconocimiento de críticos e historiadores del arte no evitó que muriese en la más absoluta pobreza en 1940.    



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